¡BIENVENIDO PAPA FRANCISCO A NUESTRO PAÍS, A LA REPUBLICA DEMOCRATICA DEL CONGO! BIENVENUE CHEZ-NOUS, PAPE FRANCISCO
Su visita tan esperada por fin se realizó en nuestro país, después de un año de espera, en un momento de sufrimiento causado por la guerra con el vecino país de Ruanda, un conflicto que lleva varias décadas, sin llegar a un acuerdo entre los dos países hermanos. Su visita ha sido muy acogida entre los miles de fieles que se desplazaron desde los diferentes puntos del país, hacia la Capital, Kinshasa.
El Papa Francisco llegó al aeropuerto de Kinshasa, el 31 de enero 2023, estuvo en nuestro país hasta el 3 de febrero, día en que viajó a Sudan del Sur.
Fue recibido por el presidente del país congolés, Félix Antoine Tshisekedi, quien le ofreció una ceremonia de bienvenida.
Gracias Francisco por tu visita, fueron tres días intensos.
En el segundo día, el encuentro con las victimas del Este del país. Fue un momento emocionante cuando invitó al mundo entero a mirar la humanidad desde los ojos de Dios, no desde los intereses económicos. Escuchó a las víctimas y acogió en su corazón sus vivencias inhumanas.
Clamó con palabras claras, firmes, sinceras, emocionadas y evangélicas para que escucharan los responsables y colaboradores de la guerra y de todas las violencias:
“Pongan fin a la guerra. ¡Basta de enriquecerse a costa de los más débiles con recursos y dinero manchado de sangre!”. Y añadió: «Condeno la violencia armada, las masacres, los abusos, la destrucción y la ocupación de las aldeas, el saqueo de campos y ganado, que se siguen perpetrando en la República Democrática del Congo. Y también la explotación sangrienta e ilegal de la riqueza de este país, así como los intentos por fragmentarlo para poderlo controlar”.
«Es la guerra desatada por una insaciable avidez de materias primas y de dinero, que alimenta una economía armada, la cual exige inestabilidad y corrupción. Qué escándalo y qué hipocresía: la gente es agredida y asesinada, mientras los negocios que causan violencia y muerte siguen prosperando”.
«Tras el colonialismo político, se ha desatado un ‘colonialismo económico’ igualmente esclavizador…El veneno de la avaricia ha ensangrentado sus diamantes. Es un drama ante el cual el mundo económicamente más avanzado suele cerrar los ojos, los oídos y la boca».
«No podemos acostumbrarnos a la sangre que corre en este país desde hace décadas, causando millones de muertos sin que muchos lo sepan. Que se conozca lo que está pasando aquí. Que los procesos de paz que están en marcha, los cuales aliento con todas mis fuerzas, se apoyen en hechos y que se mantengan los compromisos».
Lo explicó Francisco con la parábola de los diamantes manchados de sangre. Lo escenificó, recibiendo a las víctimas de la guerra del Este de la RDC, que depositaron ante el crucifijo y al lado del Papa los machetes con los que asesinaron a sus familiares.
El día dos de febrero se reunió con los jóvenes en el estadio de los Mártires, también en Kinshasa. El Papa con las manos alzadas junto con los jóvenes, los desafió: «Amigos, Dios ha puesto en sus manos el don de la vida, el futuro de la sociedad y de este gran país». Y también: «Joven que sueñas con un futuro distinto, de tus manos nace el mañana, de tus manos puede llegar la paz que falta en este país». Continuaba: «Ves, puedes apretar la mano y cerrarla, y se vuelve un puño; o puedes abrirla y ponerla a disposición de Dios y de los demás».
Y los jóvenes preguntaron: ¿qué es lo que hay que hacer? Y Francisco en un diálogo animado y participativo; con mucha pedagogía fue dedo por dedo ofreciendo medios para construir la vida y la paz en nuestro país: Oración (el pulgar); comunidad índice); honestidad (corazón); perdón (anular); la pequeñez (el meñique). El auditorio de jóvenes miraba sus manos y veía en ellas su capacidad de trasformar la realidad, junto con otras manos.
En la tarde del mismo día dos de febrero, fiesta de la Presentación del Señor se reunió Francisco en la catedral con catequistas, diáconos, seminaristas, religiosas/os, sacerdotes.
Compartió como hermano entre hermanos y hermanas: “Poniendo a Jesús en el centro nos cambia la perspectiva sobre la vida”, “El Señor se revela como Dios de la compasión y nos asegura que nunca nos dejará solos, siempre estará a nuestro lado, siendo refugio y fortaleza en las dificultades”. “A través de ustedes el Señor también hoy quiere ungir a su pueblo con el aceite de la consolación y de la esperanza”, “Él nos ha formado y a Él le pertenecemos, nos llama a animar la senda de la comunidad; y a acompañarla en la fe al encuentro de Aquel que ya camina junto a nosotros”. “Nosotros fuimos llamados para ofrecer la vida por los hermanos y las hermanas, llevándoles a Jesús, el único que cura las heridas del corazón”. “Ofrecer cercanía y consolación, como una luz siempre encendida en medio de la oscuridad. Y para ser hermanos y hermanas de todos, séanlo en primer lugar entre ustedes.” “Discípulos del Amor dispuestos a curar las heridas de los pobres y de los que sufren”