El domingo, 1 de septiembre de 2024, en Castellanos de Moriscos (Salamanca), pueblo natal de Isabel Méndez Herrero, se celebró una eucaristía presidida por el párroco, don Francisco Javier Herrero Hernández, para dar gracias a Dios por la vida de Isabel en el primer centenario de su nacimiento.
Esta celebración fue promovida por José María Herrador, miembro de la comunidad parroquial de Castellanos de Moriscos, gran admirador de Isabel, a quien acude con mucha fe ante cualquier situación de su vida y trata de darla a conocer siempre que se le presenta la ocasión.
En un lugar especial habían colocado un cuadro de Isabel, que José María había pedido que se lo pintara una señora que, por otro motivo, un día se relacionó con ella, y al saber de su dedicación a la pintura le pidió le hiciera un cuadro de Isabel y, para sorpresa de los dos, ella reconoció que era la que llevaba en su coche en una estampa, pero no sabía quién era.
La celebración fue sencilla, pero muy cercana y bien preparada. El párroco, partiendo de la Palabra de Dios del domingo, nos invitó a vivir centrados/as en lo importante, en lo que tiene sentido, no en lo accesorio, porque de ahí surgen problemas en la convivencia familiar, en las comunidades, entre los vecinos y en la misma iglesia. Isabel puso en Dios su corazón y todo lo demás fue secundario. Ella vivió un momento histórico distinto al nuestro, con la espiritualidad de su tiempo, pero desde su situación vivió también su compromiso y dedicación misionera desde la oración y la aceptación de su enfermedad, siempre de manera sencilla y con una sonrisa en los labios.
El coro había preparado los cantos, intuyendo el agradecimiento de Isabel por la vocación recibida y la llamada a construir el Reino.
¡QUÉ DETALLE SEÑOR! HAS TENIDO CONMIGO,
CUANDO ME LLAMASTE, CUANDO ME ELEJISTE,
CUANDO ME DIJISTE, QUE TÚ ERAS MI AMIGO;
¡QUÉ DETALLE SEÑOR! HAS TENIDO CONMIGO.
Te acercaste a mi puerta, pronunciaste mi nombre,
yo temblando te dije: aquí estoy Señor.
Tú me hablaste de un reino, de un tesoro escondido, de un mensaje fraterno que encendió mi ilusión.
Yo dejé casa y pueblo por seguir tu aventura, codo a codo contigo comencé a caminar…
¡Qué emoción me estremece! Cuando escucho en silencio tus palabras que avivan mi silencio interior.
Además de la Comunidad parroquial, estuvieron presentes en la celebración de la Eucaristía la Corporación municipal del pueblo, familiares de Isabel y un grupo de Siervas
de San José de las comunidades de Salamanca.
Al final de la Eucaristía nos entregaron un recordatorio de la fecha, con la imagen de Isabel y dos de sus pensamientos en en el reverso.
En el pueblo el recuerdo de Isabel está presente no sólo en el corazón de los vecinos. El Centro cívico cultural y la calle donde está su casa familiar llevan su nombre.
Después de la celebración regresamos a nuestras comunidades, agradecidas por todo lo vivido y por la riqueza de contar con hermanas que, como Isabel, centran en Dios su corazón y saben descubrirlo en los pobres y en todo lo que las rodea, haciendo de su vida un don para los demás.
Antonia Curto Pérez