10 de abril

Reimaginar espacios para el carisma, en sinodalidad, comprometidas con la realidad emergente

Después del descanso de ayer, volvemos como las mujeres del alba a nuestro trabajo cotidiano fortalecidas por la alegría de la resurrección.

Al iniciar la oración de la mañana, animada por las hermanas de la Provincia María de Nazaret, se nos invita a expresar esa alegría con expresión corporal al ritmo de la canción “Luz de Pascua”. Es el cuerpo el cauce que se nos ha regalado para comunicarnos, el mismo medio que escogió nuestro Dios para encarnarse.

Después de compartir de dos en dos lo que nos inspira la lectura del evangelio, hacemos un brindis -todas en círculo- expresando en voz alta los deseos que tenemos en estos momentos con relación al futuro de la congregación y terminamos nuestra oración danzando con la canción “Celebra la vida”.

Cuando hoy continuamos el trabajo sobre los temas, nos acompaña Miriam Subirana que estará con nosotras hasta el día 13 inclusive. Lillian le da la bienvenida y la presenta, aunque todas la conocemos pues nos acompañó en la cumbre.

Antes de empezar la puesta en común de lo trabajado el sábado, Miriam nos habla de los diversos tipos de “escucha” invitándonos a acoger el compartir de cada grupo con una escucha generativa que implica una mentalidad y un corazón abiertos creativamente a lo nuevo y que es empática, espiritual.

A lo largo del día vamos acogiendo el trabajo de los distintos grupos y como asamblea se hace aportes para enriquecer.

La oración de final de la tarde nos ayuda a serenarnos y presentar al Señor el intenso trabajo del día terminando con un gesto de confianza expresando todas juntas aquella oración que tanto gustaba a Bonifacia: “Tu providencia y mi fe mantienen esta casa en pie”.