Eres Señor nuestro gran tesoro.
Querida familia, nos dice la escritura que quien descubre el tesoro escondido en un campo, va corriendo y vende todo lo que tiene para comprar el campo (Mt 13,44). En Cuba, un grupo de Jóvenes de nuestra Pastoral Vocacional, luego de varios años caminando juntos, han vivido desde el 31 de marzo hasta el 3 de abril la experiencia de Ejercicios Espirituales. Han cambiado su tiempo de descanso, de pastoral, de estar en familia, de trabajo, para vivir la experiencia de encuentro con el Señor en el silencio y su realidad personal. El Padre Raúl Arderí sj, les acompañó con algunos puntos de guía para estas jornadas, aterrizándoles la dinámica de los Ejercicios a su realidad juvenil, hablándoles un lenguaje cercano y atrayente, que les llevó, a meterse en el silencio exterior y la escucha del querer de Dios.
Hoy agradecen infinitamente el paso de Dios en sus vidas; así como la cercanía, oración y colaboración de las Siervas de San José, que les animaron e impulsaron. Gracias también a las Hijas de la Caridad y los trabajadores de la casa que propiciaron un espacio idóneo para esta experiencia.
A propósito, les compartimos algunas de sus palabras:
– “Es una experiencia de la que sin duda una sale renovada y ciertamente replanteándose la manera de vivir la vida y la fe. Disponiéndote para mirar de frente y sin agobios lo que está por venir.”
– “Descubrí en este tiempo, que el silencio realmente propicia el encuentro contigo mismo y con Dios, y seguramente habla mucho más alto de lo que te imaginas.”
– “Recuerdo una hermana decir al principio que es volver a encontrar el Norte de nuestra vida, y claro que lo noté. ¡Dios nos sorprende demasiado!”
– “Estoy muy contenta y agradecida por la experiencia, ha sido un tiempo muy bueno. Dios solo sabe amar, y ese amor es para todos. Gracias a todos los que lo han hecho posible.”
– “Estamos construyendo los cimientos y espero que sea para construir un edificio bien alto. Mil gracias a todos por este tiempo.”
– “Es una experiencia que nos hace movernos del asiento y disponernos al encuentro, a ordenar el potrero personal, a romper la laja con la barreta, para llegar al ojo del manantial.