Los días 5-8 de octubre de 2022 nos hemos reunido en Santiago las coordinadoras de las casas de hermanas mayores. Desde 2018 venimos manteniendo un encuentro anual, acompañadas por varios miembros del equipo provincial. No lo tuvimos en 2020 por la pandemia y el último, en 2021, lo celebramos de forma virtual, así que teníamos muchas ganas −y necesidad− de encontrarnos presencialmente. Esta vez nos acompañaron María Álvarez, coordinadora provincial, e Isabel Hiebra, coordinadora de la zona de Galicia.
Coincidiendo con la celebración de Año Santo Jacobeo, este año nos reunimos en Santiago de Compostela. Juntas reflexionamos y compartimos los temas específicos de nuestra realidad y nos animamos a vivir como Misión la tarea encomendada del cuidado y atención a las necesidades de nuestras hermanas mayores y enfermas.
De camino a Santiago, algunas nos detuvimos en León-Puente Castro y Lugo. En ambas casas disfrutamos del cariño y la acogida de nuestras hermanas y compartimos con “corazón de familia” la oportunidad de encontrarnos.
Iniciamos nuestra reunión con una oración, que nos invitaba a acoger la luz del Espíritu y entregar la vida a través del servicio a nuestras hermanas.
Después de un tiempo en el que hicimos un breve recorrido, recordando los encuentros anteriores, con sinceridad nos “descalzamos” y fuimos compartiendo fortalezas y debilidades, apoyos y responsabilidades, ayudas y necesidades, abiertas a la novedad y a los imprevistos de cada día.
Compartimos con sinceridad y sencillez nuestro momento, nuestras preocupaciones e inquietudes. Buscamos juntas aunar criterios. Dialogamos, desde la experiencia de cada una, cómo ir gestionando mejor algunas situaciones más complejas: salud, economía, relación con la empresa de Servicios, relación con las familias, etc.
Recordando una de las propuestas de la Hoja de Ruta, abordamos también un tema que nos preocupa a todas: cómo pensamos que pueden ser nuestras casas de mayores en el futuro.
Reflexionamos varios documentos que han aportado luz a nuestra reflexión. Más que conclusiones, compartimos interrogantes, inquietudes, posibilidades, sugerencias como:
– el tema de los cuidados a nivel físico, psíquico y espiritual
– cómo envejecer y cómo prepararnos para ello
– cómo vamos asumiendo las propias fragilidades
– etc.
En cuanto al futuro de nuestras casas de mayores, dialogamos sobre:
– seguir llevándolas como hasta ahora
– convertirlas en enfermerías
– abrirlas a otras personas
– abrirnos a residencias intercongregacionales
– aceptar entrar nosotras en residencias concertadas, privadas o públicas
– etc.
Desde la situación presente, tratamos de vislumbrar el futuro que se nos avecina y nos sentimos motivadas a tomar conciencia de nuestra situación, asumiendo siempre criterios evangélicos tanto en la ampliación como en la reducción de servicios, a hacernos planteamientos serios, a no crearnos necesidades superfluas…
Somos conscientes de que esta reflexión exige una mayor profundización y estudio en cada situación concreta. Nosotras aportamos nuestras luces desde la reflexión que hacemos a partir de nuestra experiencia.
Terminamos nuestro encuentro con la plegaria “¿Qué más puedo esperar que no tenga?”, sintiéndonos invitadas a acoger la presencia de la Ruah en nuestra vida y en nuestro caminar como fuente de vida, aliento vital. Una presencia que siempre ESTÁ, nos
empodera, nos capacita, nos anima, nos fecunda.
Han sido días intensos de diálogo, reflexión, compartir…
Y, en medio de todo, hemos tenido la oportunidad de participar en la “Misa del peregrino” y la suerte de ver funcionar el botafumeiro. Una celebración multitudinaria, que nos habla de universalidad, de fe, de caminar paso a paso, de itinerancia, de esperanza, de superación, de colaboración…
Agradecemos a María y a Isabel el habernos motivado, acompañado e
iluminado durante este tiempo; a la comunidad de acogida de Santiago por
sus múltiples servicios y detalles, y a nuestras comunidades por suplirnos y facilitarnos este tiempo de encuentro y de compartir la vida cotidiana.
Mª Rosa Montes