Oración Cuaresma
Dios siempre se manifiesta como Dios de amor y de misericordia. Quien desea andar por los caminos del Señor, sabe que en ese caminar hay vida dichosa,
por más que los trabajos y las penalidades no falten. Dios no
falla nunca en su fidelidad.
A ti, Señor, dirijo mi anhelo,
a ti, mi Dios.
En ti confío, ¡no quedaré defraudado!. ¡No triunfarán sobre mi mis enemigos! Quien espera en ti no queda defraudado,
¡Cuánto deseo, Señor, que me muestres tus caminos, que me enseñes tus sendas,
que me guíes fielmente, que me enseñes, pues tú eres el Dios que me salva.
En ti espero todo el día, por tu bondad, Señor.
Que tu ternura me acompañe, que tu amor me renueve,
No me olvido de mis faltas, pero siento tu amor envolviendo mi pecado,
En su bondad el Señor,
muestra a los pecadores el camino, conduce rectamente a la gente humilde y a quien es pobre le enseña su sendero.
Por eso sé que tú Señor, perdonas
mis pecados, por grandes que ellos sean.
Sé que encontraré siempre en ti Señor, vida y salvación, que no me avergonzaré por confiar en ti porque siempre confío en ti.
Muchas veces en nuestra vida experimentamos la compañía de Dios que nos sostiene en los momentos difíciles y nos impulsa cuando nos van bien las cosas. Esa experiencia nos ayuda a confiar en él, a no dejar que las dificultades, nuestro pecado, la injusticia que vemos a nuestro alrededor nos roben la esperanza.
A ti me acojo, Señor,
¡nunca quede confundida!
Tú serás mi roca de refugio, alcázar donde me salve,
pues tú eres mi peña y mi alcázar.
Pues tú eres mi esperanza, Señor,
mi confianza desde joven, Dios mío. En ti busco apoyo desde mi infancia, eres mi fuerza desde el seno materno.
Porque tú, oh Dios, no te alejas de mí, tú, Dios mío, estás siempre pronto a socorrerme.
Confío en tu Palabra y deseo proclamar tu salvación a las futuras generaciones;
Tú has hecho grandes cosas,
¡oh Dios, ¿quién como tú?
Me he visto probada por aprietos y desgracias, pero tú acompañaste siempre mi vida,
Cuando me equivoco, tú sostienes mi dignidad y me consuelas.
Te doy gracias Dios mío, por tu fidelidad; Porque has rescatado mi existencia del mal, y me has llamado a la honestidad y la justicia.
Que vuestro amor no sea una farsa, detestad lo malo y abrazaos a lo
bueno. Amaos de verdad unos a otros como hermanos y rivalizad en
la mutua estima. No seáis perezosos para el esfuerzo, mantened la
pasión del espíritu y estad prontos para servir al Señor. Vivid alegres
por la esperanza, sed pacientes en el sufrimiento, perseverantes en la oración. Solidarios en las necesidades de la comunidad, practicad la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen;. bendecid y no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Vivid en armonía unos con otros y no aspiréis a grandezas, poneos al nivel de los sencillos. Y no seáis autosuficientes.
A nadie devolváis mal por mal. Procurad hacer el bien. Haced lo posible, en cuanto de vosotros dependa, por vivir en paz con todos.
No os dejéis vencer por el mal; antes bien venced al mal a fuerza de bien.
Ayúdanos, Señor, a mirar siempre hacia adelante, a emprender el camino convencidas de que no vamos solas, de que Tú vas con nosotros. Danos valor, mucho valor, para afrontar nuestra vida de todos los días, para ser testigos tuyos en este tiempo y llevar el ánimo
y la esperanza a nuestros hermanos y hermanas.
Abre nuestro corazón a los problemas del mundo. Haz que seamos capaces de escuchar a los demás. Danos una actitud de humildad para servir con alegría cada día sabiendo que, de esta manera, vamos construyendo tu reino paso a paso.