Cuando el Papa Francisco declaró que la Iglesia Católica celebraría el Año de San José del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021, realmente me regocijé junto con todas mis hermanas de la Congregación Siervas de San José (SSJ) y Laicos Josefinos (LJ). Todos hemos sido llamados por Dios a vivir el carisma SSJ bajo el amor paternal y la protección de San José, cuyo nombre llevamos como religiosos y laicos.
Soy Edilberta (Edith) Lontok, una Sierva de San José de Filipinas. Me uní a la congregación en 1973. Es una gran bendición que tuve mi primera Profesión Religiosa en la Fiesta de San José como Esposo de María y Protector de la Iglesia Universal el 19 de marzo de 1976. Eso fue hace 46 años… Todavía puedo recordar esa mañana mientras estaba en nuestra sala de oración esperando el momento de mi primera profesión; nuestro Señor Jesús reconfirmó mi vocación a través del texto evangélico de San Juan: “Tú no me elegiste, YO FUE EL QUE TE ESCOGIÓ… PERMANECE EN MI AMOR…” ¡Esa fue realmente una experiencia maravillosa!
A lo largo de todos estos años, Jesús ha estado conmigo, amándome, asegurándome su llamado, guiándome, fortaleciéndome en mi debilidad, perdonándome, mostrándome lo especial que soy para el Padre y dándome el Espíritu Santo como mi constante compañero; acompañándome en todas mis tareas como misionera en Mindoro y en Papúa Nueva Guinea, como trabajador parroquial, maestra de escuela, compañero de nuestros residentes en nuestro apostolado de dormitorio y como colaborador de los trabajadores de Talleres de Nazareth Cebú y ahora como compañera y cuidadora de nuestras hermanas ancianas que habían pasado sus años más fructíferos al servicio de la Congregación y del Pueblo de Dios en nuestros diferentes centros apostólicos. En todas estas tareas misioneras, Jesús, el obrero de Nazaret, ha sido el centro de mi vida y mi motor principal al compartir con la gente de diferentes culturas la espiritualidad de Nazaret.
Estoy realmente agradecida con Dios que me ha llamado a seguir a Jesús que vivió, trabajó, oró y se mezcló con la gente de Nazaret durante 30 años. En Nazaret, se identificó con los pobres, la gente sin renombre, sin voz y que no tenía nada de qué enorgullecerse. Nos mostró que nuestra verdadera dignidad no radica en lo que tenemos ni en lo que hemos logrado, sino en ser hijos de su Padre. Estoy feliz de vivir mi vida cotidiana en la presencia de Dios, ya que le permito santificarme a través de mis tareas diarias armonizada con la oración y la solidaridad con todos los que trabajan, especialmente con los del mundo trabajador pobre.
San José, mi Padre y protector, ha sido mi inspiración al hacer mis tareas diarias y al mostrar preocupación por las hermanas y las personas con las que trabajo y encuentro en mi ministerio. Nuestros fundadores, Santa Bonifacia Rodríguez de Castro y el Padre Francisco Butinyà nos legaron su amor y pasión por la promoción y evangelización del mundo trabajador pobre durante su tiempo, especialmente el de las trabajadoras pobres y las mujeres jóvenes en riesgo. Con esta pasión fundaron nuestra congregación Siervas de San José. Y he estado en diferentes ministerios llevando conmigo esa misma pasión.
Antes de venir aquí a mi nueva comunidad, donde me acabo de integrar el 26 de mayo de 2021, estuve durante dos años en uno de nuestros centros de Talleres de Nazaret que se encuentra en la ciudad de Cebú. Es una empresa de vestiduras litúrgicas que emplea a mujeres pobres y jóvenes en situación de riesgo porque otras empresas no pueden emplearlas ya que carecen de la educación suficiente. Esta es nuestra respuesta concreta a los que necesitan trabajo y nuestra forma de promoverlos y empoderarlos.
Todos los días, mientras trabajaba con ellos en el Taller, fui testigo de su amor por el trabajo manual que se puede ver a través de los productos que producen como estolas, sotana, casulla, alba, mantel de altar, etc. Trabajar en silencio armonizando con la oración, el sonido de la máquina se convierte en música para mí. El espíritu de Nazaret se puede sentir en este taller. Verdaderamente Jesús el trabajador ha estado siempre presente en nuestro trabajo diario y en nuestra relación familiar, dándonos a San José, Madre María, Santa Bonifacia y Fr. Butinya como nuestro modelo y guía.
¿Qué más puedo pedir? De hecho, ¡Dios es bueno todo el tiempo! Y su bondad inspira mi compromiso y mi vida diaria del Carisma que nos legó el P. Francisco Butinyà y Santa Bonifacia.