Una comunidad de puertas abiertas



“Nada de puertas blindadas en la Iglesia, todo abierto. Si la Puerta de la Misericordia de Dios está siempre abierta, también las puertas de nuestras iglesias, de nuestras comunidades, de nuestras parroquias, de nuestra Institución, de nuestras diócesis deben estar abiertas.” Papa Francisco. 

Hoy, queremos contaros algunas experiencias de nuestra comunidad, relacionadas con la inmigración y la acogida, vivencias que nos hacen bien y que deseamos compartir con vosotras. 





– Ante el drama que viven las personas refugiadas e inmigrantes, que llegan a esta ciudad, huyendo de la persecución y hambruna, el arzobispado de Madrid se plantea cómo dar respuesta, con calidad evangélica, a estas personas que viven en la calle, porque los servicios públicos, que son los responsables, no llegan a todos; para ello constituyó “la mesa por la hospitalidad” es el organismo, responsable de este proyecto, que se encarga de buscar espacios de acogida para los inmigrantes y de coordinar los turnos rotativos entre las parroquias de Madrid, que han decidido implicarse. 

La parroquia “Nuestra Señora de las Angustias”, en la cual está integrada esta comunidad, ha sido una de las ocho que han respondido a la llamada del arzobispo y se ha comprometido a acoger, periódicamente por un espacio de tiempo, a once inmigrantes. 
Nuestra comunidad, como una familia más de la comunidad cristiana, nos hemos integrados en los turnos que se han hecho para atenderlos. Hemos participado preparando la cena de los chicos, dos hermanas han pernoctado algunas noches con ellos y han compartido mesa en la cena y desayuno con los inmigrantes y otros voluntarios. 
La experiencia, que hemos vivido ha sido muy buena, nos ha enriquecido y como suele pasar siempre, hemos recibido mucho más de lo que hemos dado. 
La relación con los chicos, el poner nombre a cada rostro, el trato de tú a tú quita prejuicios y hace que desaparezcan miedos, el conocer su historia lo que viven hasta llegar a España toca fuerte por dentro, cambia nuestra forma de posicionarnos ante la inmigración. Esta experiencia nos ha marcado, para nosotras ha supuesto un antes y un después. 
Mediante esta acción hemos entrado en contacto con muchas personas, algunas desconocidas, el trabajar junto a otros voluntarios, entre ellos jóvenes muy sensibles al tema de la inmigración, ha generado lazos de amistad en el grupo y nos ha ayudado a integrarnos más en la parroquia. 
Una vez más, constatamos que esta forma de trabajar, en la que se ha dado cauce a la participación, hace posible ofrecer un tipo de respuestas que, sólo desde nosotras, no podríamos dar. 
– Otra experiencia positiva está relacionada con la acogida. En el mes de agosto de 2019 a través de Cecilia Belleza, entramos en contacto con Teresa, chica filipina que trabajaba como empleada de hogar en este barrio y andaba buscando vivienda. Al no encontrarla, se fue a vivir con otras inmigrantes de su país. La convivencia con ellas se hacía cada vez más difícil, lo pasaba mal y vivía angustiada. 
En el mes de noviembre, Teresa llega de nuevo a nuestra casa y comparte lo que está viviendo. La comunidad, al conocer la situación, se plantea qué puede hacer. La respuesta unánime de todas fue la de abrirnos a la acogida, esta casa que atiende a las hermanas que llegan de otros países, podría ofrecerle temporalmente una habitación. 
Desde entonces Teresa vive en la casa, sigue trabajando en el mismo lugar que tenía desde el principio y comparte con nosotras algunas comidas, (desayuno y cena) y siempre que puede se incorpora a la oración litúrgica. 
Es una persona sencilla, agradable, humilde, servicial y agradecida. La relación con ella nos enseña mucho, nos acerca a la experiencia de las trabajadoras inmigrantes y nos ofrece la posibilidad de vivir un aspecto importante de nuestro carisma: la acogida de la mujer trabajadora pobre. 
– Hay un puesto para otros/as en nuestra mesa. Desde 2017 compartimos la cena de Nochebuena con varias personas del barrio que viven solas. 
Esta experiencia surgió tras un sencillo planteamiento comunitario sobre cómo queríamos celebrar la Navidad. Todas acordamos que nos gustaría, en esa noche, compartir la cena con personas que se encontraran solas. Para ello nos pusimos en contacto con las dos parroquias en las que estamos integradas y les pedimos que nos dieran los nombres de personas a las que podríamos invitar. 
El primer año cenaron con nosotras tres personas, este año han sido cinco, dos de los años anteriores y tres llegadas de Venezuela: un matrimonio y un familiar de ellos. 
Comenzamos la celebración con una oración que nos dispuso a celebrar el nacimiento de Jesús, después escuchamos el discurso del rey que nos situó también en el momento que vive la sociedad española y finalizamos con la cena, preparada por la comunidad. 
Fue un espacio muy agradable en el que compartimos no solo comida, sino experiencias de vida. Escuchamos los relatos que espontáneamente nos hacían los tres venezolanos. Nos hablaron de la situación actual de su país, del proceso vivido hasta llegar a España, de la acogida y ayuda que reciben, del problema de trabajo, etc. 
Damos gracias a Dios por estas oportunidades que ha puesto en nuestro caminar comunitario, que revitalizan nuestro seguimiento de Jesús y nos llenan de alegría.
Comunidad Casa-General 

3 respuestas

  1. Queridas hermanas: hemos leído vuestra comunicación y sentimos agradecimiento por esos gestos que como comunidad habéis realizado. Preciosos y necesarios para hacer Reino. Nos evangelizan, nos enseñan y nos animan. Un fuerte abrazo a cada una

  2. Thank you for that heartwarming experience of nearness to those in need. They continously helped us facilitate live Nazareth today. Congratulations.

  3. Desde Argentina les mandamos nuestra oración y cariño en esa tarea que realizan con nuestros hermanos refugiados.

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